Veredas opuestas

Once

Uno lleva casi dos décadas sin justicia. En otro, el dolor cumple el primer aniversario. Y en el tercero, hay una familia que todavía no sale del estupor de la pérdida. En la última semana, estos casos coparon los medios de comunicación y las discusiones de los argentinos. Amia. Once. Panamericana. En los tres lugares golpeó la muerte. Diferentes momentos de la historia argentina, diferentes motivos, diferentes responsables. La discusión en Internet, en cambio, se instaló casi en un solo punto: el político.

Miles de argentinos se lanzaron a las redes sociales a opinar desde su postura respecto al gobierno nacional, eximiéndose de un análisis más profundo. La consigna tácita, al parecer, fue alinearse en el fervor K o anti K y no moverse de la baldosa asignada en la vereda de elección. Desde la acera K, se defendió obstinadamente el tratado con Irán; se interpretó las críticas de familiares y sobrevivientes de Once como un gesto meramente político; se miró con estupor el monstruo mediático comiéndose a Eduardo Aliverti, como si él hubiera estado al volante del auto que atropelló a Reinaldo Rodas. La tribuna anti K, en cambio, habló de pérdida de soberanía, alimentó las críticas de Once hasta condensarlas en insultos y se regodeó con caída en desgracia de Pablo García casi olvidándose de la víctima y su familia.

Sin debate real, solo con argumentos repetidos chocándose entre sí, Twitter y Facebook fueron el ring de dos posturas que están cada vez más lejos de coincidir en lo elemental: que la muerte duele, sea la de un hombre, la de 52, la de 85. Que los responsables lo son más allá de su signo político. Que ya el dolor es demasiado como para seguir metiendo el dedo en la llaga solo con el fin de herir al adversario. Que a la solidaridad y a la empatía les quedan chicas estas veredas que insistimos en trazar.

Cecilia Morán

cmoran@colectivolapalta.com.ar